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EL AMOR POR EL ARTE

Marietta Negueruela junio 3, 2020 0 comments

EL AMOR POR EL ARTE

Nací rodeada de arte, era algo natural, pero no fue hasta la edad de quince años cuando me enamoré de la pintura y descubrí que quería ser pintora.

Fue un flechazo, de esos que duran toda la vida. Desde niña pasaba las tardes de los fines de semana de invierno, dibujando y pintando con acuarelas, pero como entretenimiento y no fue hasta aquella tarde que me habían castigado sin salir, como era bastante habitual, y estando sola en casa aburrida, tuve la osadía de entrar en el cuarto de mi hermano M. y coger unas telas sobre madera que tenía esbozadas y comencé a pintarlas al óleo. Cuando mis padres volvieron yo pensaba que me iban a reñir, pero curiosamente con una sonrisa desde la puerta comentaron “anda mira qué sentido del color tiene” y así y en ese momento fue el momento más mágico de mi adolescencia y probablemente de mi vida.

Comencé a pintar todos los días, me hice adicta al color y a la materia, pero tenía que aprender a dibujar, el color y la composición lo tenía dentro, salía solo y natural. En mi casa disponía de todo tipo de materiales para la creación y si no, ya me encargaba yo de volver loco a mi padre para que me comprara telas o lo que necesitara.

Ya he dicho que mi casa estaba llena de arte, mi padre pintaba y por cierto muy bien y con mucho gusto “paisaje castellano” y mi madre realizaba una pintura con tintas vegetales sobre pergamino natural que son una delicia, ella lo llamaba románico naif palentino, y luego mi hermano que era un artista.

La casa estaba llena de libros de arte y colecciones de muchísima calidad, te podías pasar horas en el sofá recorriendo los museos del mundo y la obra de los grandes maestros que a base de pasar hojas se te quedaban grabados en la retina, por cierto, siempre me ha encantado ver las páginas en las que reproducen detalles de las obras, ves cosas que a simple vista se escapan, y no puedo dejar de hablar del SUMMA ARTIS, la joya de la corona.

La Historia General del Arte, la mejor enciclopedia del mundo, que iba llegando tomo a tomo, ahí descubrí años después que Keith Haring no había hecho otra cosa que copiar a los indios nativos americanos, bueno y muchas otras cosas.

Mi padre me insistía que tenía que dibujar mucho, para él, el dibujo era el solfeo de la pintura y era muy importante saber dibujar, así que llenaba folios y folios de líneas horizontales, verticales, oblicuas… y aquellos pequeños libros de Emilio Freixas y Carlos freixas (una colección que te enseñaba a dibujar de todo)

Como dibujar jardines, como dibujar niños, como dibujar árboles, como dibujar flores… en fin había un montón.

Inicialmente el concepto que tenía del arte era bastante académico o clásico como la mayoría de la gente que me rodeaba, hasta que un día cogí un libro de la librería titulado Pablo R. Picasso de la editorial Hernando y que aún conservo, lo devoré, me fascinó, me abrió los ojos a la libertad de creación (yo ya conocía la obra de Picasso, pero por encima).

A partir de esa lectura siempre he dicho, que el mundo del Arte es otro después de Picasso, que gracias a Picasso y por culpa de Picasso, el arte no volvió a ser lo mismo.

Desde entonces se convirtió en un modelo a seguir. Su evolución, sus etapas, su capacidad creativa, su indisciplina, su libertad, me reveló que encima a los artistas se les perdonaba todo, como eran artistas, eso me gustaba.

Devoraba todas las publicaciones que encontraba de Picasso, había en casa un libro de poesía de Rafael Alberti que me gustó mucho.

Los 8 nombres de Picasso y no digo más de lo que digo. Por cierto, años después tuve la ocasión de saludar a Alberti en Milán, el poema 66

Entre tanta pintura en soledad, me llegó al alma;

Melancólico como un museo en domingo sin visitas

O el grave caballero que se hizo pintar para inmortalizarse y terminó sin nombre en una sala como “Retrato de un desconocido”

Era feliz cantando mientras pintaba, los estudios eran otra cosa. Lo que sucedió es que a medida que me iba enganchando a la pintura las otras cosas que me habían gustado hasta entonces me dejaban de interesar y me parecía una pérdida de tiempo porque necesitaba todo mi tiempo para la pintura.

Una tarde me preguntó mi padre si me gustaba la pintura y al decirle que mucho me contestó” pues cada vez te va a gustar más” y así ha sido.

Continuará.

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